Planear, controlar y ejecutar

En el modelo CMMI encontramos prácticas que pueden agruparse de acuerdo con las funciones que realizan. Así podemos crear tres grandes grupos que integran prácticas de: planificación, control y ejecución. Cuando se entienden adecuadamente las implicaciones de cada grupo, las prácticas son integradas de manera efectiva en el proceso. 


Las prácticas de planificación normalmente se realizan una vez, se crean compromisos o se establecen como base para las actividades de control y ejecución, y en caso de ajustes posiblemente requieran ser actualizados. En este grupo podríamos considerar, en términos generales, las prácticas del área de proceso de PP, la primera meta específica de: MA, SAM, PI, VER, VAL, CM, IPM, RSKM y OT, la segunda meta específica de OPF. 

Las prácticas de control normalmente se basan en los productos generados en la planificación con el objetivo de evaluar, monitorizar y dar seguimiento a su cumplimiento, en caso de desviaciones se toman acciones o medidas correctivas que pueden considerar la replanificación. De alguna manera son actividades continuas y no se afectan por los cambios, solamente se cambia la base que se toma para el seguimiento. En este grupo se puede considerar PMC, la segunda meta específica de: IPM, CM, PI y SAM, la tercera meta de RSKM.  

Las prácticas de ejecución son las que fueron planificadas en el primer grupo y que son controladas para garantizar su cumplimiento, si hay cambios estas actividades generalmente son las que se ven afectadas. Básicamente son todas las que tienen que ver con la implementación de actividades como: RD, TS, OPD y DAR, la primera meta de PPQA, la meta dos de: VER, VAL, MA y OT y la meta tres de VER y PI. 

Aunque a nivel de metas posiblemente no se puede establecer adecuadamente qué prácticas caen en cada grupo, puede ayudar un poco a tener una idea para organizarlas.